Nervocalm: la dependencia social permitida

¿Los argentinos somos pastilleros? Para evitar dudas, desde la década del 60 que el papá de Mafalda, toma su propia marca: NERVOCALM. Una pista que nos dice que hace rato que nos tienta esta folclórica costumbre. ansiolíticos 

Argentina tiene un uso y autorregulación de ansiolíticos como no la hay en el mundo. He viajado por diversos países de Latinoamérica y Europa dando capacitación. Tengo amplio contacto con colegas del mundo en general. El uso y la facilidad de acceso a los psicotrópicos en nuestro país los asombra.

Todos tenemos esa referencia cotidiana. La toma de medicación de este tipo, es una forma de suavizar la cotidianeidad. Claro, si estamos en varios países de Europa, veremos mucha gente tomando alcohol a la mañana (¿le suena Irlanda?). En otros, accediendo a drogas (¿Holanda?), también como forma de llevar la cotidianeidad. ¿Viajaron por países andinos o Caribe? Chicha o ron a baldes ¿no? Así que a no asombrarnos tanto. Parece que llevar la vida, es algo que incluye alguna forma sutil o grosera de dependencia a sustancias. Es algo antiguo, parte de nuestra cultura humana. Pero es tema de otra conversación.

Sin embargo y para no salir de nuestro estilo, los argentinos preferimos las pastillas ansiolíticas como modo para calmar todo. La abuela las toma y hasta las ofrece, ¿qué más seguro que la mano de la abuela para confiar? En cualquier evento difícil, alguien siempre tiene alguna pastilla, la ofrece, la recomienda. Hasta indica alguna farmacia que las venden sin receta. Increíble no??!! Sobre todo porque a la hora de tener que asumir la necesidad de tomar otra medicación psicotrópica, el argentino tiene bastante resistencia.

Es algo así como la marihuana y la cocaína para los más jóvenes. Marihuana es moduladora del ánimo cotidiano, relajante necesario e inocuo. Droga es la cocaína. Igual entre la gente, un ansiolítico en dosis bajas es regulador, en cambio un antidepresivo o un estabilizador, es droga peligrosa…Esto es extraño porque las que generan adicción física y psicológica, son justamente los ansiolíticos. Estos generan acostumbramiento, tolerancia y abstinencia. Como cualquier droga. Deje de tomar su dosis diaria, si lo hace y verá que incomodo se pone luego de un tiempo breve.

El SEDRONAR tampoco da noticias positivas. Sus números dicen que el 10% de la población entre la adolescencia y la tercera edad, lo toman. Más complicado que casi el 5% de la población de secundario y 8 de la universidad lo hacen. Y esto es lo que se conoce de drogas recetadas. Imagínese el porcentaje hasta donde sube si sumamos el pase de manos y el mercado negro. “Argentina es el país latinoamericano en el que la droga más utilizada es el psicotrópico, aún más que la marihuana”, dice el director del Observatorio de Drogas del SEDRONAR.

Llama la atención que tantas familias se asusten ante el uso de la marihuana juvenil, cuando en casa hay ansiolíticos en cada baño… Y cuidado, no es este un guiño positivo a la marihuana. Una droga que se la quiere hacer ver como inocua, cuando de hecho no lo es. Ninguna lo es.

¿Diría usted que intento un artículo que se tira contra las drogas legales? Pues se equivoca. Mas bien, este artículo apunta a exactamente lo contrario.

Solo hago un repaso de lo que no se debe hacer con este recurso médico. Usarlo en demasía y sin una supervisión de profesionales del área es algo sobre lo que deberíamos reflexionar. ¿Qué significa este uso tan permisivo y difundido en nuestra sociedad? ¿Por qué es tan popular que hace casi 60 años, ya nos reíamos de su uso en la tira cómica más emblemática y popular de la Argentina del siglo XX?

Mientras le dejo esta reflexión, paso al tema que pretendo abordar en este artículo. Los prejuicios contra medicaciones psicotrópicas no ansiolíticas.

Somos afortunados en estos tiempos, donde patologías mentales imposibles de abordar, con secuelas personales, familiares y sociales terribles, han encontrado una posibilidad de finalizar, disminuir o paliar sus efectos. Es una muy injusta condena el prejuicio social sobre estos medicamentos que permiten a tantos vivir con una calidad de vida adecuada. Es un derecho humano fundamental el de la salud, y ahora este derecho se suma cuando podemos integrar de manera plena o semiplena al menos, a tantas personas que antes hubieran padecido su enfermedad en hospicios, u ocultos en las casas. Maltratados y olvidados.

Sin embargo trabajando en psicoterapia, es muy común tropezar con la dificultad de medicar a un paciente. Cuando se lo envía a un psiquiatra, parece que lo estamos llevando a un camino sin retorno. A un mundo parecido a un limbo, donde quedara colgado de un cordel al cielo de la nada. Es para locos, enfermos mentales. Para muchos es sinónimo de que el proceso va peor, que el cuadro es realmente grave. Esto desalienta e influye en la autoestima del paciente, cuando no es más que un error de interpretación y de significado sobre el uso de estas drogas.

¿Cuáles son, para que se usan, como se combinan entre sí, con la psicoterapia y como resultan? Los llamare por sus nombres más simples y fáciles de entender. Los nuevos antidepresivos, los antipsicóticos y los estabilizadores. Unos si bien se llaman antidepresivos, se han usado aún con más éxito en ansiedad y obsesión. Los antipsicóticos, que en dosis altas justamente ayudan a regularizar la enfermedad asociada a la locura, y los reguladores, que tanto ayudan a los cuadros bipolares. Sin embargo, esto es engañoso pues en menores dosis o en combinaciones sirven para distintos cuadros y su funcionamiento y metabolización es muy buena. ansiolíticos 

¿Y qué hace un psicólogo hablando de medicaciones? Pues, abogando a favor de una medida terapéutica que nos permite que nuestras herramientas funcionen mejor y más rápido. Muchas veces, pacientes llegan con cuadros imposibles de afrontar psicológicamente si no hay medicación de por medio. Nosotros trabajamos el área mente de manera directa e indirectamente con el área cerebro. La medicación hace lo contrario. Ambos se relacionan bien, cuando se hace de manera adecuada y en el tiempo oportuno, con profesionales especializados a cargo.

Estas medicaciones se usan por un periodo relativamente breve, y al operar sobre un cerebro desregulado o que mal funciona, permite que ciertos procesos que vuelven imposible la terapia, se hagan posibles de ser abordados. Por ejemplo.   Una persona con una importante depresión o ataques de pánico sistemáticos. Pacientes con obsesiones compulsivas severas. No son pacientes que puedan tratarse hasta que sus síntomas no están al menos reducidos, pues lo que trabajan en la sesión en parte no les llega y lo que les llega, no lo pueden trasladar a sus vidas en tanto los síntomas sean tan intensos. Muchas veces un tratamiento se alarga o fracasa por estos prejuicios. ¿Si tomar insulina para la diabetes no es problema? ¿Estatinas para el colesterol? ¿Por qué cuando lo que falta no lo brinda el cerebro es tan problemático?

Debemos dejar de lado estos prejuicios y saber que para desentrañar las circunstancias que llevan a alguien a consultar en una psicoterapia, hace falta un dominio mental lo suficientemente liberado para poder asumirlo. De lo contrario, es solo un parloteo que se desvanece ni bien el paciente se va del consultorio.

En resumen, en nuestra sociedad, el nervocalm, a mano y para todos, es una cosa a la que no le tememos y hasta lo recomendamos y damos a otro sin dudarlo, siendo un mucho más problemático médicamente en su uso indiscriminado. Sin embargo, muchos de nosotros, consideramos a las otras medicaciones como “peligrosas y asociadas a la locura”. ansiolíticos 

Estas son distorsiones sociales. Ambas deben ser repensadas. Este artículo apunta a eso, a que Ud. tenga mayor objetividad a la hora de dejarse recomendar y elegir una terapéutica adecuada para Ud. o un familiar.

 

 

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