Drogas, uso, abuso y adicción: cuando el reconocimiento temprano hace a la diferencia

Las drogas. El fantasma de la adolescencia y la juventud temprana. Usos y cambios generacionales. Hace poco tiempo la marihuana era droga. Hoy es recreación. No hay drogas blandas, me decía un especialista español, “las blandas son puerta de entrada”  Se podrá discutir, aunque mi experiencia me dice que le doy la razón. Sin embargo, sin dudas que hay tiempos duros y blandos. Tiempos tempranos, tardíos e imposibles.

 

En la clínica se observan, con cada vez mayor frecuencia conductas de consumo de sustancias, algunas están en la fase del Uso y Abuso, que difiere de la adicción en la intensidad del hábito y circuito social de la droga, razón  por lo que requiere de intervenciones terapéuticas más simples cuya efectividad es notoriamente mayor. En drogas, la detección temprana del posible abuso, es un derrotero u otro distinto del trastorno.

 

Para detección temprana, debemos recomendar mirar con detenimiento cuando algo le llama la atención de un hijo. Hacerlo sin negación, lo que es muy típico, ya que lenta y progresivamente se pueden observar diferencias conductuales, que en el tiempo, se vuelven evidentes (si se presentaran de forma recurrente) y que nos estarían poniendo en conocimiento de riesgos. Hay señales diversas, que deben darse como un patrón, tales como:

 

-Ausencias injustificadas en los lugares habituales de concurrencia -Falta de dinero de manera sospechosa- Cambio de amistades y lenguaje -Retraimiento o sociabilidad inusual- Cambios de humor.

-Aumento o disminución del apetito -Cambios en el ciclo de sueño -Falta de interés en actividades que históricamente lo tenían -Decaimiento del rendimiento general (escuela, trabajo) -Alteración significativa del proyecto vital. -Dificultades para sostener actividades a largo plazo.

 

Cuando estos hechos no se dan aislados, sino de forma conjunta y de manera repetitiva, es posible que estemos viendo a un hijo que está pasando del uso ocasional de la droga a otro de uso frecuente o abuso. Si este paso no se bloquea, hay alta probabilidad de llegar a la adicción.

 

La adicción a sustancias abre un abanico de múltiples posibilidades debido a la propagación de nuevos compuestos químicos (drogas sintéticas) que se suman a las ya conocidas desde la antigüedad, como podrían ser los opiáceos, la marihuana, la cocaína,  por ejemplo las metanfetaminas. Especialmente diseñadas para generar rápida y alta dependencia física con el uso sostenido, todas generan una alteración del normal funcionamiento químico de las neuronas llevando a un déficit de la función normal, que requiere de un incremento en la cantidad de la sustancia para compensar el déficit creciente de la función.

 

El reconocimiento de los indicadores de uso y abuso de conductas adictivas, es fundamental para la familia y los amigos de quién se encuentra en esta situación de riesgo, ya que son ellos quienes conocen los hábitos de la persona, tiene la confianza para hablar del tema y que permiten  una  intervención terapéutica temprana.  La pronta intervención de un profesional especializado, favorece la mejoría sintomática, reduce la posibilidad de recaídas, retomando la vida cotidiana de la persona; que se vio alterada durante el consumo; tomando los problemas como retos a afrontar y generando vínculos más adaptativos.

 

Las drogas en su uso frecuente, asumen necesidades tranquilizantes o euforizantes para enfrentar la vida. “Solo las consumo antes de ir a dormir”, “me gusta”, “cuando salgo me la hace pasar mejor”, “me divierto” son inocentes afirmaciones de jóvenes. Ingenuos argumentos, que quienes trabajan el tema, asocian a malos pronósticos ya que esconden déficits de personalidad que se incrementan justamente cuando empieza a cambiar los desafíos vitales y estos se tapan u obstaculizan con el uso de la droga, la que fuere, incluso la “inocente marihuana”. Algo que los que la consumen, no asumen y sin embargo lo definen cuando salen del uso frecuente de ella, es el síndrome amotivacional. Ellos mismos refieren que cuando consumen no lo notan, pero que al dejar, sus cabezas se vuelven más frescas y su vida se pone más clara, pudiendo sostener actividades de manera alerta, activa, algo que se había perdido durante los tiempos de consumo.

 

Fuera de estas adicciones, van creciendo en demanda y preocupación en el campo profesional, las otras adicciones, las de consumo sin sustancia. Son adicciones, que no son inducidas por sustancias externas, sino que se tratan de acciones que buscan un funcionamiento alterado  de algún tipo de función cerebral, es decir, buscan una recompensa de químicos que provienen del propio organismo. En este caso se hace alusión al juego patológico, adicción al sexo, al trabajo, al deporte, las cirugías, a Internet y tantas otras cuestiones que generan dependencia.  Estas conductas,  generan una respuesta fisiológica que a su vez estimula al sistema nervioso central, generando la necesidad de mayor estimulación la vez siguiente. Convirtiéndose en un ciclo autoperpetuador, cuya recompensa neuroquímica, acelera el proceso, según características propias del sistema nervioso de quien las ejerce. Con esto se quiere insinuar que no todos los organismos tienen iguales posibilidades y potencialidades de hacerse adictos.

 

Podemos encontrar algunos consumos que no están socialmente reconocidas, como lo son la dependencia a la sal, al azúcar, las harinas, la cafeína, etc. que actualmente están siendo observadas de una manera diferente por la ciencia, ya que se manifiestan en algunos casos, dificultades sintomáticas al discontinuarse su uso.  Otro caso de adicciones son aquellas que están reconocidas como tales pero legitimadas en su uso, tal el caso del alcohol, los fármacos en general  y los psicofármacos en particular.

 

Nosotros encontramos que la visión sistémica y ecológica se vuelve fundamental en todo tratamiento eficiente de consumo ya que es la conjunción de estímulos sociales, individuales, familiares y biológicos los que llevan tanto al consumo como a la recuperación. Atendiendo a toda estas franjas humanas, podemos asegurar a que las personas lleven una vida con un propósito y con la capacidad de afrontar los problemas que surjan de una manera asertiva.

 

Vivimos tiempos en los que parece difícil sobrevivir sin una dependencia, con o sin sustancia. El que no usa drogas, usa psicofármacos, el que no juega, bebe, el que no trabaja de manera obsesiva, está mirando pornografía de manera descontrolada. El celular!!! Estamos entrando en la primera adicción global y transocial.  Una adicción que ya no reconoce sexo, clase ni cultura. Hoy estamos con síntomas de abstinencia de celular si no lo tenemos con nosotros, si no podemos usarlo. Aumenta la ansiedad, se sienten síntomas típicos de la deprivación de sustancia, en este caso neuroquímica. Esto es algo duro de afrontar, somos una sociedad o bien una especie que no puede salirse de los abusos o adicciones. Sin embargo, la libertad siempre es una posibilidad y el modo en que la ejerzo, es algo privado donde puedo sucumbir o ganar. No es fácil, nuestros niveles de ansiedad y depresión han aumentado mucho y necesitamos o bien tranquilizarnos o euforizarnos. La sociedad está en medio de estas dificultades y se esconde. Sacarle la máscara es también una tarea indispensable de la Educación, la otra es de instar valores por parte de las familias y finalmente, si todo falló, sigue siendo una decisión personalísima. Una opción es la libertad y el otro la compulsión, por mas bien maquillada que esté.