El irrefrenable des-encanto de las dietas

“Y sí…algún día tenía que pasar…tantos años engañando gente no podía durar…en algún momento algunos malditos observadores críticos y esos obsecuentes científicos iban a investigar nuestros resultados y todo se caería…” El Padrino de las dietas se lamentaba entendiendo que “el negocio” lentamente comenzaba su declinación definitiva. Dietar ya no solo es inútil y peligroso, por si fuera poco es un confiable predictor de aumento de peso, o sea…hacer dieta…ENGORDA!

De una vez por todas, asumamos que la tiranía de las dietas ha sumido a la población occidental a un hábito molesto y frustrante, ha sido tan bien manipulada, que se ha naturalizado. Hacer dieta, ya forma parte de nuestros hábitos cotidianos de vida.

Esta práctica es más llamativa aún, al observar la inutilidad de ellas. Con ello me refiero a ver una y otra vez, tanto en uno como en los otros, como las dietas no duran y el que baja vuelve a subir lo perdido y probablemente más. Una señora se queja, “da resultado, solo que uno afloja…” Mentira, uno no afloja, el cuerpo humano no aguanta, que no es lo mismo. Pero lo genial del método del Padrino, es que no se nota enseguida. La gente puede perder peso inicialmente, pero los efectos de su imposibilidad adaptativa se empiezan a notar entre los 6 y 12 meses transcurridos el logro del descenso. O sea, las perturbaciones que generan las dietas, es indivisible en muchas personas (87% de ellas consigue perder peso) en el breve primer período, pero a los dos años, solo el 17% lo sostiene y en tiempos más prolongados, solo el 5….¿Ud. compraría un producto que diga en la etiqueta: “El método es bueno, solo que tiene eficacia en el 5 % de los que intentan”? Pagaría o se sometería a penurias para algo que solo la mitad de una persona entre 10 puede alcanzar? Naaa… Sin embargo, hay multitudes de personas haciéndolo, guiados por gurús, revistas, profesionales, experiencias de otros o simplemente cierto sentido común, eso de comer menos y gastar más…

Permítame contarle que hallazgos van encontrando las investigaciones, sobre que ocurre cuando uno se somete a dieta, logrando por fin desentrañar la pregunta, ¿por qué nadie lo logra…por que “la gloria” nos dura tan poco? Desde ya le digo, no es que Ud. sea flojo, ni tentado, ni que sea un compulsivo irrefrenable y menos un patológico que se boicotea por oscuros complejos infantiles. De ninguna manera, la clave es más amplia, más compleja y sistémica. Cerebro, cultura, economía y claro, la propia persona, se articulan para este resultado y mucha pero mucha mala información, convenientes “hallazgos”, mitos médicos y populares, junto al marketing de las ideas “saludables”.

Vemos como se van encadenando las etapas del fracaso?

Presión por delgadez

Este es el aporte cultural más importante. A mediados de los 40 y principios de los 50, merced a la tecnología, se genera una época inédita en la historia de la humanidad. La industria alimentaria garantiza el acceso de grandes masas poblacionales a alimentación. Hambrunas, nutrición deficiente se vuelven temas del pasado. Comer y acceder a comida ya era tema de todos y no de unos pocos. Las clases altas se vieron obligadas a diferenciarse. Antes mostrarse rollizas y rellenitas era un signo de distinción, algo así como “yo como lo que quiero porque tengo con que pagarlo”. Pero de pronto se acabó esta distinción y se fue optando por su contrario, si todos acceden a comer, el toque distintivo ahora se vuelve no sucumbir a lo que todos hacen (comer) sino intentar mostrarse reticentes, capaces de controlar el hambre y de, algo así como, tengo tanto que ya no me importa…” El cuerpo esbelto es su resultado inmediato y se convierte en prototipo de éxito… Surge de esta forma, un nuevo ciclo dominado por la flacura…Surge “El Imperio de la Delgadez”. Esta distinción se impone en el mundo de la moda y de allí en adelante se impone como nuevo culto al cuerpo femenino. Un nuevo giro cultural más en la historia de los cambios estéticos femeninos. De a poco entonces, de ser un tema de clases altas, pasa a ser un tema de moda y luego de masas. Cuando esto ocurre, masas de mujeres y hombres de a poco también, comienzan a optar por intentar entrar en el modelo de delgadez. Y encuentran una receta mágica…LA DIETA… Una metodología no basada en evidencia firme y que ahora deja ver su altísima ineficacia, se convierte en el top de las soluciones de las cuestiones de peso.

Cerebro, hormonas, metabolismo y genética

Lo que no sabíamos y ahora vamos logrando entender mejor es: ¿Qué pasa cuando hacemos dieta? ¿Qué cambios ocurren en nuestro organismo cuando restringimos nuestra ingesta? Según Traci Mann directora del Laboratorio de Salud y Alimentación de la Universidad de Minnesota, por lo menos podemos nombrar tres cambios que son base del fracaso posterior.

El primero es neurológico. Su cerebro, comienza a volverse altamente responsivo a la comida, especialmente a la sabrosa, Ud., empieza a sentirse más tentado, de manera tal que aquello por lo que Ud. lucha por suprimir se vuelve mas difícil de evitar. Luego se suman cambios hormonales. En la medida que Ud. pierde grasa corporal, la cantidad de diferentes hormonas cambian y aquellas que lo ayudan a sentirse lleno, decrece. La que lo hace sentir hambriento crece. Finalmente se produce un cambio metabólico. Su metabolismo comienza a desacelerarse. Su cuerpo usa las calorías ingeridas de la forma más eficiente, lo que si bien es bueno si uno está muriendo de hambre, es todo lo contrario si está intentando perder peso.

En forma suscita, Ud., piensa que es un flojo, tentado que no puede parar con la comida y en realidad solo está respondiendo a cambios orgánicos que produce la dieta. O sea Ud., se culpa injustamente pues es la metodología que falla y no Ud.

Esta información va quedando cada vez más establecida, sin embargo no es nueva, hace tiempo sabemos de estas desregulaciones que genera la dieta. Sin embargo, la gente llegado el verano, vuelve a optar por ella. ¿Esto es porque la gente no entiende? Mmmm…no, más bien está condicionada a responder a una muy agresiva forma de influencia para que practique dietas. La primera y más importante es que Ud. ya sabe que al principio funciona, no sabe, pero ahora se lo afirmo, que lo que está comprando es un fracaso a corto plazo con aumento de peso asegurado. Luego a esta idea se suman, ofertas de todo tipo de productos de alimentación, sistemas de adelgazamiento, falsas drogas adelgazantes, e incluso zapatillas y ropa que aumenta la transpiración. Esa tensión aumenta más las ganas de hacerlo y Ud. vuelve a embarcarse una vez más.

“Total, que tiene de malo no? La dieta es salud…” Mentira, la dieta no es salud, sino lo contrario, es un mecanismo que descompensa al organismo, le provoca cambios que luego vuelven insustentable el mantenimiento y finalmente producen el odiado efecto rebote por el cual terminamos con un peso superior al que establecimos al comenzar. Claro, no enseguida, para eso hace falta más tiempo y eso ya lo dije, es lo que más engaña. Este proceso serrucho de subidas y bajadas, por otra parte es también al menos psicológicamente, perjudicial. Aumenta la sensación de ineficacia para enfrentar el tema del peso, le hace sentir un flojo que no sabe aprovechar el esfuerzo de haber logrado bajar unos kilos. Es ajustarse sufridamente para luego fracasar estrepitosamente y echarse la culpa de tal cosa. Es un tema de vergüenza ante la gente que primero lo felicita por la bajada y luego calla ante la subida y todo lo que ello conlleva.

Entonces que hago? Me quedo así? En primera instancia le propongo que asuma la realidad, perder peso es altamente difícil, segundo, que evalúe, si es por temas de salud realmente o de estética, finalmente cual es su estilo de vida, edad y biotipo, antes de embarcarse en un descenso. Si Ud. sufre de un problema metabólico serio, es posible pensar descensos leves, de un 5% al 10% alcanza para tal fin, si debe hacerlo, entonces inicie un programa de cambio de hábitos, base su cambio en modestos cambios en la alimentación y en la actividad y vaya progresando en la medida que pueda ajustarse. Luego acepte una etapa de meseta y cuando logre sostenerla, reinicie el descenso. No corra, hágalo con respeto hacia Ud. mismo, mantenga el sabor en su alimentación, no se restrinja de manera sistemática, despacio se llega, y valore cualquier cambio que haga, aún el mas mínimo pues en la alimentación cada pequeño cambio es un enorme logro.

Le digo algo más y espero que lo piense, para Ud., o para sus hijos. En términos de longevidad, la gente con algo más de peso de lo que la tendencia de moda aprueba, tiene más tiempo de vida que aquel que tiene menos peso de lo esperado… Con ello cierro esta reflexión: estamos intentando cambiar de peso, lo hacemos por razones ajenas a la salud y con métodos que nos enferman mas, propongo que adopte un punto de vista más crítico y no se deje empujar, valore su cuerpo y su salud, deje de lado los mitos y las presiones, asuma un cuerpo posible antes que luchar infructuosamente por un cuerpo ideal. Piense, haga una historia de sus intentos de regular su peso, valórese y sea cuidadoso con la magia.